Compilado Dra. Ceferina Cabrera
Fundamentos
teóricos sobre la evaluación en el proceso de enseñanza aprendizaje.
La educación conduce al desarrollo operando en la zona de desarrollo
próximo del estudiante y consideramos que el proceso como categoría general
incluye a la instrucción pero que además es necesario por lo menos, en los
momentos actuales de la educación considerar que todo proceso educativo
necesita ser expresado en escalas que determinen la magnitud de los resultados
deseados y esto lo podemos determinar cómo momentos de la evaluación que
indican en cierta forma la calidad del proceso. Son diversas las definiciones
de evaluación aportadas por distintos autores las cuales responden a diversos
enfoques de este proceso, como categoría didáctica, como nivel o eslabón del
proceso, como componente, función didáctica, estas definiciones en su
diversidad, se diferencia por la extensión del concepto y la interpretación del
proceso evaluativo.
Ofrecer una definición de evaluación ha constituido un
propósito de muchos pedagogos al investigar diversas cuestiones acerca del
proceso de enseñanza-.aprendizaje, tanto es así que según Mariana M e Isabel
Solé (1990) las distintas definiciones de evaluación tienden a concretarse en
lo que pueden ser consideradas como dos polos.
En uno de estos polos y en su acepción más extendida,
se habla de evaluación para referirse a la actividad a través de la cual se
emite un juicio sobre una persona o fenómeno, una situación o un objeto en
función de distintos criterios. En el otro polo se localizan otras definiciones
de evaluación en las que se evidencia una intención relacionada con la
apropiación de conocimientos, habilidades, valores útiles para la toma de
decisiones y la aplicación de actividades didácticas.
En el primer polo están las definiciones de Carena
Peláez (1995), Álvarez de Zayas (1996), González Rey (1997), entre otros y en
el segundo polo están las definiciones de Pérez Pérez (1994), Castro Pimienta
(1996), González Pérez (2000), entre otros. En esta investigación se asume
críticamente un enfoque integral de la evaluación, considerándola como proceso,
que trasciende su concepción como categoría didáctica, lo que le impone mayor
complejidad al proceso evaluativo, pero lo hace más objetivo, multifacético y
holístico.
Según la autora Guillermina Labarrere “la evaluación
se caracteriza por ser un proceso sistemático en el que se evidencian dos
elementos fundamentales que son los objetivos y el contenido de la evaluación”,
ajustados a este término enfatizamos en la necesidad de sistematizar la
evaluación y a la vez otorgarle un carácter cualitativo en aras de garantizar
el seguimiento del diagnóstico e influir además en los intereses y motivaciones
de los alumnos.
Es preciso destacar que un control y evaluación de elementos
instructivos y educativos con más periodicidad conducen al movimiento
ascendente de intereses en los alumnos que ingresan a la enseñanza
preuniversitaria en aras de garantizar el tránsito eficaz por la misma, por
tanto concordamos con la declaración de la autora cuando expresa que “la
función del profesor es comprobar el grado de asimilación conciente de los
conocimientos y habilidades para aplicarlos a nuevas situaciones, pero el
actual modelo evaluativo de la enseñanza preuniversitaria no favorece en su
totalidad el cumplimiento del anterior enunciado porque los controles y
evaluaciones que inciden en la categoría de un alumno, no tienen un carácter
continuo.
Se considera a la evaluación como un proceso, se
comparte el criterio ofrecido por Orestes Castro (1999), al ofrecer una
concepción clara de la evaluación, no centrada en la calificación, sino en los
cambios cualitativos que se manifiestan en la personalidad del estudiante tanto
en el aspecto instructivo como educativo.
Hay que evaluar los conocimientos y habilidades que se
adquieran, su solidez y duración a partir del desempeño cognitivo logrado en el
alumno, sus posibilidades de ser generalizado y transferido a nuevas
situaciones es decir su funcionalidad, la evaluación debe ir dirigida igualmente
a determinar en qué medida el aprendizaje de conocimientos y habilidades,
valores realizado por los estudiantes es significativo y como logra implicarse
en la formación de motivaciones, sentimientos, actitudes y valores, debe
realizarse de manera sistemática, interdisciplinar e intrardisciplinar, si este
propósito se logra, podrá estimularse cada vez más la formación y desarrollo de
la educación.
La evaluación debe tener un carácter predictivo por lo
que debe indicar aquello que el profesional en formación no ha logrado, pero
puede lograr por la acción transformadora del proceso formativo desde los
postulados del enfoque Histórico cultural, con su fundador Lev Semionovich
Vigotsky al que le corresponde el mérito invalorable de ser el primero en aplicar
creadoramente el materialismo dialéctico e histórico a la ciencia psicológica y
de haber colocado con ello “sobre sus pies” provocando una verdadera revolución
copernicana en Psicología. (Shuere, M, p.57)
Según Vigostky, L. (1987) “… una educación desarrolladora
es la que conduce en sí misma al desarrollo”. Este término va delante guiando y
estimulando al alumno, además le confiere un carácter socializador por tanto,
un enfoque dialéctico materialista del proceso de enseñanza aprendizaje debe
estar centrado en el desarrollo integral y considera la unidad de lo afectivo
con lo cognitivo y educativo pero todo proceso de enseñanza aprendizaje
presenta al final la necesidad de un componente evaluativo para emitir un
juicio de valor, por tanto la carencia de un criterio evaluativo en función de
aspectos educativos no favorece en su totalidad la vigente concepción de
enseñanza desarrolladora en nuestro contexto social. Vigo ski consideró la
función formativa como parte integrante del proceso y desarrollo de un programa
y explica que este sirve para ayudar a todo el personal implicado en el arte de
educar a perfeccionar la labor que está realizando.
Desde la perspectiva psicológica, filosófica y
pedagógica existen en nuestros días muchos aportes sobre la función social de
la evaluación ya que la misma al ser insertada en un sistema mayor (la
sociedad) le confiere un carácter multifuncional determinando que no existe
evaluación neutral porque no hay educación neutral.
El enfoque Histórico cultural aporta un marco teórico
y metodológico de gran relevancia, para el estudio de la evaluación. A
continuación se sintetizan algunos presupuestos que guían esta investigación.
• Al considerar que la enseñanza va delante y conduce
el desarrollo, aún cuando debe tener en cuenta las leyes del mismo, exige de la
evaluación una función predictiva, de manera que se oriente hacia el mañana y
no hacia el ayer del desarrollo psíquico y aporte información que en cierta
medida anticipe el desempeño del profesional en educación.
• El hecho de reconocer el origen social de los
proceso psicológicos superiores, lo cual requiere que el profesor contextualice
el aprendizaje del estudiante en la escuela, la familia y la comunidad, exige
que las variables, dimensiones e indicadores de la evaluación exploren todos
los contextos y sean ajustados acorde con el entorno social en que se
desarrolla el proceso.
• El concepto de zona de desarrollo próximo, que
trasciende la descripción y valoración de lo que el alumno hace , para explorar
lo que puede hacer, necesita que la evaluación valore no solo el desarrollo
actual, sino el potencial, lo cual representa un aspecto muy actual en las
investigaciones sobre el tema.
• El profundo conocimiento que se requiere del estado
actual del estudiante, para poder determinar y desarrollar el proceso
pedagógico en la zona de desarrollo próximo, impone la necesidad de que el
diagnóstico de lo que sabe o puede hacer el estudiante resulta la base o punto
de partida para el desarrollo futuro y para establecer las direcciones del
mismo.
• Si el proceso pedagógico ocurre a partir del
tránsito que se produce de lo externo a lo interno, como un proceso didáctico
de lo interpsicológico a lo intrapsicológico, requiere de la actividad
metacognitiva del alumno, y lo pone en condiciones de desarrollarse por sí
mismo, al descubrir su lógica individual, entonces la autoevaluación se
convierte en un elemento de mucha importancia si se quiere realizar una
evaluación desarrolladora.
• El aprendizaje se considera como proceso que
compulsa el desarrollo de la personalidad hacia estudios superiores y requiere
el diseño y aplicación de estrategias por los profesores para estimular el
activismo del estudiante lo que implica, aparejado a esto, el diseño y
aplicación de estrategias evaluativos que ofrezcan evidencias del desarrollo
alcanzado.
• En el proceso pedagógico, los fenómenos cognitivos,
están estrechamente relacionados con los motivacionales afectivos, lo que
implica que el proceso evaluativo debe explorar la personalidad en su
integridad y no solamente sus conocimientos, habilidades, hábitos.
• La propuesta de la zona de desarrollo próximo, como
la que media entre el nivel de desarrollo actual del alumno con la ayuda del
profesor, otro adulto o un coetáneo y lo que será capaz de hacer de forma
independiente (desarrollo potencial), es una concepción revolucionaria que se
proyecta hacia el futuro de manera óptima y que destaca no solo las
potencialidades del educando, sino todo lo que puede hacer el profesor y el
grupo de estudiantes dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje por cada uno
de los miembros. Este concepto que aporta L. S. Vigotsky tiene un gran valor
para la presente investigación porque le ofrece la posibilidad al profesor de
conocer los vínculos de desempeño cognitivo de sus estudiantes y al mismo
tiempo le permite a los alumno autoevaluarse, ambos componentes del proceso
pueden tomar las medidas necesarias para lograr los objetivos propuestos e
influir adecuadamente sobre aquellos procesos que aún no han madurado
totalmente, sino que se encuentran en pleno proceso de construcción.
El objetivo de la evaluación es valorar el estado del
proceso y su fin es establecer las metas y propósitos además de reconocer el
rol social de la evaluación.
“El sistema de evaluación permite conocer
oportunamente los problemas del aprendizaje para que los maestros y alumnos
adopten medidas remediales con vistas a evitar fracasos irremediables”. Castro
Rúz, Fidel 2004. (). ob, pág 16
Las transformaciones a lograr en la personalidad del
estudiante están sujetas a muchas acciones pero la práctica ha demostrado que
los objetivos no se logran en todos los estudiantes de la misma forma, por eso
el sistema de evaluación debe ser individualizado y personalizado, aunque
responda a concepciones y objetivos generales. (López , F. 2004, p.35).
El autor en su tesis doctoral concibe a la evaluación
como un proceso y se considera que para que la misma constituya un proceso, es
necesario que al mismo tributen elementos disímiles; acostumbramos a tratar el
proceso docente educativo con un carácter amplio pero el proceso de evaluación
que se desarrolla en la enseñanza preuniversitaria se realiza en una forma
donde los instrumentos evaluativos utilizados se efectúan con un margen de
tiempo que no permiten trabajar de forma eficiente y oportuna con los
resultados derivados del propio proceso por otra parte los criterios
preestablecidos están en dependencia de los resultados emanados del diagnóstico
y el contenido de los programas de cada asignatura, por tanto la existencia de
un proceso de evaluación con carácter más sistemático podrá permitir al docente
tener un conocimiento más continuo del estado real en el alumno permitiendo
entonces contar con más herramientas para comprobar y evaluar los resultados
del trabajo docente educativo. Continúa el autor expresando que se obtiene
información variada que permite establecer un juicio de valor.
Este término al que se refiere expresa la información
variada del estado real en un momento dado estableciendo el nivel de
comprensión de un determinado contenido en un grado específico y del estado de
desarrollo de determinada habilidad general o específica, pero de acuerdo al
concepto de evaluación establecido por el autor la información variada solo
está centrada en aspectos cuantitativos y de contenidos lo que no favorece la
comprobación y evaluación de otros elementos que complementan el desarrollo del
proceso docente educativo por tanto se considera, que el modelo evaluativo
previsto en la resolución ministerial 216/89 y que se aplica en la enseñanza
preuniversitaria no contribuye de forma general a garantizar información real
del estado actual de un alumno en otro tipo de actividades de carácter
formativo y educativo que permitan emitir un juicio valorativo con incidencia
en sus resultados generales.
Además, este resultado individual y grupal es más
acertado con la aplicación de un conjunto de instrumentos destinados a evaluar
componentes formativos y consideramos que los juicios de valor integral sobre
el desarrollo individual y grupal son más dinámicos y efectivos utilizando un
sistema evaluativo que faciliten el intercambio con carácter más sistemático
entre los profesores y los estudiantes, además en la medida en que el carácter
del proceso evaluativo se haga más sistemático podrán ser más efectivos las
decisiones reguladoras establecidas en el propio proceso con vistas a
garantizar un aprendizaje desarrollador.
En relación con la influencia de la evaluación en la
autoevaluación y la autodeterminación de la personalidad se considera que en la
medida en que el estudio sistemático se convierta en un hábito cotidiano se
contribuirá a formar determinadas actitudes que formarán parte de la
responsabilidad en los alumnos y que en el futuro contribuirán a la adquisición
de valores en función de su desempeño laboral. La puntualidad, responsabilidad
ante el estudio son elementos que deben estar intrínsecos en su evaluación
integral para formar jóvenes con aptitudes y actitudes que respondan a los
intereses de nuestro contexto social.
Lo anteriormente expresado ha conducido al autor de la
tesis a asumir como definición de evaluación, que “Es un proceso mediante el
cual a partir de criterios previamente establecidos determinados por la
contextualización e interiorización de los objetivos por evaluadores y
evaluados se obtiene información variada que permite emitir un juicio de valor
integral sobre el desarrollo individual y grupal alcanzado, lo que facilita la
adopción de decisiones reguladoras en un proceso comunicativo que incluye la
autoevaluación y la coeducación y contribuye a la formación de la
personalidad”. López Medina, F. (2004).
La evaluación holística o globalizadora reclama la
visión del estudiante en su integridad y en su contexto, tendencia actual que
surge como alternativa a la fragmentación del aprendizaje (y de su sujeto), en
ámbitos o esferas cognitivas, afectivas, psicomotoras, presente en las
taxonomías que clasifican objetivos y aprendizajes. Y de aquellas posiciones
que limitan el aprendizaje a aspectos permanente cognitivos, cuyos productos
son los conocimientos y las habilidades, despojados de todo sentido personal.
Además se aproxima en mayor medida a la realidad del acto evaluativo y de los
fenómenos implicados en él, como los que devienen de la naturaleza de la
percepción humana y de la formación de juicios valorativos, cuyo reconocimiento
es imprescindible para logar una mayor objetividad en la práctica de la
evaluación.
Un enfoque holístico, que considera al estudiante en
su integridad, tiene sentido cuando la evaluación se visualiza de manera
natural y el proceso didáctico aporta y valora información a partir de la
prácticas cotidianas de trabajo, de la realización de las tareas docentes, de
la comunicación entre los participantes, a fines de orientar, regular, promover
el aprendizaje. Esto es predominio, a su vez, de medios informales de captación
de información sobre las vías formales especialmente concebidas para comprobar
resultados parciales y finales
La categoría evaluación, ha experimentado cambios
sustanciales en la medida que la pedagogía se ha comenzado a reconocer como una
ciencia y se ha sustituido paulatinamente la concepción estrecha que siempre se
ha tenido de la misma. En la actualidad ha dejado de ser un instrumento de medición
fría sobre un conocimiento específico ligado a métodos de enseñanza memorística
y se ha llegado en convertir en una verdadera herramienta por su carácter
holístico e integrador desde donde se aspira ha que tanto los evaluados como
los evaluadores desempeñan sus funciones sin traspasar las fronteras del
escenario que le corresponde a cada uno y además se trabaja para que los
resultados que se obtienen sean considerados como satisfactorios para todos los
protagonistas que participan en el acto evaluativo.
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